viernes, 13 de noviembre de 2009

Fueguitos

Eduardo Galeano, es un gran escritor uruguayo que, entre otras cosas, ha escrito: "Las venas abiertas de América Latina"; "El libro de los abrazos" y "Patas arriba: Escuela del mundo al revés".

Una vez, en el colegio, me leyeron un relato suyo que denomina: "El Mundo" dentro de "El libro de los abrazos" que cuenta la siguiente historia:

“Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba, la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.

El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.

No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende”.


Creo que es un buen ejemplo de nuestras sociedades modernas y de los roles que cada uno elegimos dentro de las mismas. Es un ejemplo de la gran diversidad de personalidades, pero también un llamado de atención.

Galeano, implícitamente, nos pregunta qué tipo de fuego somos y qué tipo de fuego hemos decidido ser.

¿Acaso somos el "fuego bobo" que no le interesa involucrarse ni participar en la mejora de nuestra sociedad?

o ¿Acaso somos los fuegos pasionales que aportamos a la llama del cambio? Aquellos fuegos que no se conforman con las injusticias inherentes a nuestra sociedad, sino que luchan por cambiarlas, aquellos fuegos que están constantemente pendientes del prójimo, aquellos fuegos que luchan por la transformación de su sociedad y la construcción de una mejor...

Yo no creo que esos fuegos estén extintos, sino que a veces están medio dormidos. Pero es nuestro deber despertarlos para que conjuntamente podamos enceder la llama del bien común.

Sólo hace falta una chispa para enceder la fogata pasional del idealismo.

¿Qué fuego predomina en nuestra sociedad? y ¿Por qué lo dejamos predominar?

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