Espero que tengan una
MUY FELIZ NAVIDAD y que
empiecen un MUY BUEN 2010
que todos nos merecemos.
UN ABRAZO MUY GRANDE,
JUAN
miércoles, 23 de diciembre de 2009
jueves, 17 de diciembre de 2009
La Paradoja de la Guerra por la Paz
¿No es acaso hacer la guerra para conseguir la paz una de las mayores paradojas de la historia humana?
Esta fue la paradoja planteada por el presidente de los Estados Unidos de América al recibir el premio Nóbel de la Paz. Es cierto que a veces no queda más opción que embartirse en un combate bélico, pero la guerra nunca genera paz porque la guerra en sí misma significa destrucción, muerte y dolor. La paz se genera diariamente construyendo diplomacia, ayuda económica, solidariad, democracia. No con la guerra.
Qué paradójico que el premio Nóbel de la Paz defienda la guerra y la ocupación prolongada de Afghanistán. Con esto, de ninguna manera estoy avalando al grupo terrista Talibán, no obstante, la ocupación de EEUU ha generado una expansión de la violencia talibana y no sólo esto, sino que ha permitido que se expanda y foguee en los territorios de Pakistán.
No sólo eso, sino que en 1979 cuando Afghanistán estaba bajo dominio soviético, los EEUU pusieron millones de dólares para armar al pueblo afghano para que pudiera expulsar a los soviéticos. Empero, cuando éstos habían logrado su objetivo, el gobierno estadounidense no destinó ni un dólar para reconstruir el país abatido y un país con miseria, es lugar fértil para dictadores y extremistas.
Lamentablemente, Obama sigue representando a ese establishment del "military industrial complex" que desea continuar una guerra para garantizar la paz, pero no se le ocurre garantizar estabilidad, seguridad jurídica, justicia social y democracia para construir una paz duradera.
¡Qué lástima presidente Obama! Con todo el mundo a sus pies, gigantezcas expectativas y un gran capital político para verdaderamente transformar los Estados Unidos postbush en un lugar progresistas, usted defiende los mismos discursos e ideales conservadores del establishment americano.
Esta fue la paradoja planteada por el presidente de los Estados Unidos de América al recibir el premio Nóbel de la Paz. Es cierto que a veces no queda más opción que embartirse en un combate bélico, pero la guerra nunca genera paz porque la guerra en sí misma significa destrucción, muerte y dolor. La paz se genera diariamente construyendo diplomacia, ayuda económica, solidariad, democracia. No con la guerra.
Qué paradójico que el premio Nóbel de la Paz defienda la guerra y la ocupación prolongada de Afghanistán. Con esto, de ninguna manera estoy avalando al grupo terrista Talibán, no obstante, la ocupación de EEUU ha generado una expansión de la violencia talibana y no sólo esto, sino que ha permitido que se expanda y foguee en los territorios de Pakistán.
No sólo eso, sino que en 1979 cuando Afghanistán estaba bajo dominio soviético, los EEUU pusieron millones de dólares para armar al pueblo afghano para que pudiera expulsar a los soviéticos. Empero, cuando éstos habían logrado su objetivo, el gobierno estadounidense no destinó ni un dólar para reconstruir el país abatido y un país con miseria, es lugar fértil para dictadores y extremistas.
Lamentablemente, Obama sigue representando a ese establishment del "military industrial complex" que desea continuar una guerra para garantizar la paz, pero no se le ocurre garantizar estabilidad, seguridad jurídica, justicia social y democracia para construir una paz duradera.
¡Qué lástima presidente Obama! Con todo el mundo a sus pies, gigantezcas expectativas y un gran capital político para verdaderamente transformar los Estados Unidos postbush en un lugar progresistas, usted defiende los mismos discursos e ideales conservadores del establishment americano.
viernes, 13 de noviembre de 2009
Fueguitos
Eduardo Galeano, es un gran escritor uruguayo que, entre otras cosas, ha escrito: "Las venas abiertas de América Latina"; "El libro de los abrazos" y "Patas arriba: Escuela del mundo al revés".
Una vez, en el colegio, me leyeron un relato suyo que denomina: "El Mundo" dentro de "El libro de los abrazos" que cuenta la siguiente historia:
“Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba, la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.
El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende”.
Creo que es un buen ejemplo de nuestras sociedades modernas y de los roles que cada uno elegimos dentro de las mismas. Es un ejemplo de la gran diversidad de personalidades, pero también un llamado de atención.
Galeano, implícitamente, nos pregunta qué tipo de fuego somos y qué tipo de fuego hemos decidido ser.
¿Acaso somos el "fuego bobo" que no le interesa involucrarse ni participar en la mejora de nuestra sociedad?
o ¿Acaso somos los fuegos pasionales que aportamos a la llama del cambio? Aquellos fuegos que no se conforman con las injusticias inherentes a nuestra sociedad, sino que luchan por cambiarlas, aquellos fuegos que están constantemente pendientes del prójimo, aquellos fuegos que luchan por la transformación de su sociedad y la construcción de una mejor...
Yo no creo que esos fuegos estén extintos, sino que a veces están medio dormidos. Pero es nuestro deber despertarlos para que conjuntamente podamos enceder la llama del bien común.
Sólo hace falta una chispa para enceder la fogata pasional del idealismo.
¿Qué fuego predomina en nuestra sociedad? y ¿Por qué lo dejamos predominar?
Una vez, en el colegio, me leyeron un relato suyo que denomina: "El Mundo" dentro de "El libro de los abrazos" que cuenta la siguiente historia:
“Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba, la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.
El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende”.
Creo que es un buen ejemplo de nuestras sociedades modernas y de los roles que cada uno elegimos dentro de las mismas. Es un ejemplo de la gran diversidad de personalidades, pero también un llamado de atención.
Galeano, implícitamente, nos pregunta qué tipo de fuego somos y qué tipo de fuego hemos decidido ser.
¿Acaso somos el "fuego bobo" que no le interesa involucrarse ni participar en la mejora de nuestra sociedad?
o ¿Acaso somos los fuegos pasionales que aportamos a la llama del cambio? Aquellos fuegos que no se conforman con las injusticias inherentes a nuestra sociedad, sino que luchan por cambiarlas, aquellos fuegos que están constantemente pendientes del prójimo, aquellos fuegos que luchan por la transformación de su sociedad y la construcción de una mejor...
Yo no creo que esos fuegos estén extintos, sino que a veces están medio dormidos. Pero es nuestro deber despertarlos para que conjuntamente podamos enceder la llama del bien común.
Sólo hace falta una chispa para enceder la fogata pasional del idealismo.
¿Qué fuego predomina en nuestra sociedad? y ¿Por qué lo dejamos predominar?
martes, 27 de octubre de 2009
Presidencialismo versus Parlamentarismo
Recientemente estuve en un debate muy interesante que se desarrolló en la facultad de derecho de la UBA entre sistemas de gobierno: El Presiencialismo como garante de la gobernabilidad (sistema vigente en Argentina) y El Parlamentarismo como garante de la representatividad( vigente en Gran Bretaña, España, etc.). El epicentro del debate era el de dilucidar cual es el mejor sistema de gobierno que podría permitir el mejor ejercicio democrático en nuestro país.
Antes de adentrarnos en el mismo, me gustaría destacar las principales características de ambos sistemas.
El presidencialismo es un sistema donde el poder ejecutivo recae sobre el presidente y donde el congreso es un peso de poder que delimita al poder ejectuivo. El presidente, a menos de renuncie, debe terminar su mandato determinado por la Constitución, tiene el poder de veto de las leyes del congreso y puede decretar Decretos de Necesidad y Urgencia (disposiciones parecidas a las leyes).
Por otra parte, el Parlamentarismo es un sitema bicéfalo donde el poder ejecutivo se deposita en dos personas: el Jefe de Estado que está encargado de las políticas diplomáticas, puede llamar a elecciones y es un figura más bien formal y por otra parte se encuentra el Jefe de Gobierno que se encarga de la política gubernamental, debe ser un miembro de parlamento y apoyado por su mayoría. Ningún jefe de gobierno cumple un mandato rígido, sino que está sometido a las decisiones del parlamento y a posibles votos de censura (pueden deponerlo a partir de un voto mayoritario).
El debate puso su foco en si acaso el parlamentarismo nos podrían salvar de crisis políticas (comunes en nuestro país) y cuál de los dos sistemas permite la mejor salvaguardia de la democracia.
Los partidarios del parlamentarismo plantearon la necesidad de reformar nuestro sistema hiper-presidenciacialista (hubo expositores que caracterizaron a nuestra figura presidencial como un monarca constitucional) establecido en la Constitución de 1853 y potenciado en la reforma de 1994. Sus fundamentos se encuentran en que practicamente en nuestro sistema precidencialista no hay lugar para que, en términos de Montesquieu, el poder limite al poder, ya que el Congreso tiene muy poco poder frente al majestuoso poder cesarista del presidente. Además, en dicho sistema, es muy difícli establecer negociaciones y acuerdos puesto que quien tiene el poder quiere acorralar a su contrario para perpetuarse en el cargo. Consecuentemente, se hace muy díficl confeccionar políticas de estado que superen un gobierno.
Los defensores del parlamentarismo plantearon que este sistema permite mayor consenso, mejores políticas de estado y una constante negociación parlamentaria que garantice una mejor representación del concepto roussonianio de la voluntad general.
Por otra parte, aquellos que atacaban el parlamentarismo, no lo hacían por sus defectos (que creo no son pocos) sino que pensaban que no resolvería nuestros problemas más profundos y justificaban sus argumentos en base a la reforma Constitucional de 1994 en donde se introdujeron algunos elementos del parlamentarismo como el Consejo de la Magistratura, El jefe de gabinete y el voto de censura al jefe de gabinete. No obstante, ninguna de las reformas ha funcionado plenamente y es aquí donde los disertadores plantearon que antes de discutir las formas de gobierno es menester solucionar problemas políticos intrínsecos de nuestra sociedad como:
1) El Control Público. No hay una ley de acceso a la información pública, los mismos que controlan son los que son controlados. Grandes esquemas de corrupción que no son controladas.
2) Los partidos políticos han hecho implosión en la Argentina, han perdido su identidad y sus estructuras, son débiles -> Se puede caer en el caudillismo y seguir a un individuo y no a un partido, lo que dificulta las políticas de estado.
3) Apatía política de la sociedad. Cada vez se participa menos políticamente, hay menos interés y más desinformación.
En conclusión, desde mi punto de vista, debo admitir que soy un partidario del parlamentarismo porque creo que garantiza una mejor representatividad y un mayor control que el presidencialismo. No obstante, debo reconocer que no sé si aplicar el parlamentarismo en La Argentina solucionaría nuestros problemas políticos ya que creo que son temas inherentes a nuestra sociedad.
Debemos cambiar los usos, pero antes debemos prevenir los abusos.
¿Qué sistema les gusta más a ustedes? y ¿Creen que el parlamentarismo puede ser aplicado en La Argentina?
Saludos y espero sus comentarios,
Juan
Antes de adentrarnos en el mismo, me gustaría destacar las principales características de ambos sistemas.
El presidencialismo es un sistema donde el poder ejecutivo recae sobre el presidente y donde el congreso es un peso de poder que delimita al poder ejectuivo. El presidente, a menos de renuncie, debe terminar su mandato determinado por la Constitución, tiene el poder de veto de las leyes del congreso y puede decretar Decretos de Necesidad y Urgencia (disposiciones parecidas a las leyes).
Por otra parte, el Parlamentarismo es un sitema bicéfalo donde el poder ejecutivo se deposita en dos personas: el Jefe de Estado que está encargado de las políticas diplomáticas, puede llamar a elecciones y es un figura más bien formal y por otra parte se encuentra el Jefe de Gobierno que se encarga de la política gubernamental, debe ser un miembro de parlamento y apoyado por su mayoría. Ningún jefe de gobierno cumple un mandato rígido, sino que está sometido a las decisiones del parlamento y a posibles votos de censura (pueden deponerlo a partir de un voto mayoritario).
El debate puso su foco en si acaso el parlamentarismo nos podrían salvar de crisis políticas (comunes en nuestro país) y cuál de los dos sistemas permite la mejor salvaguardia de la democracia.
Los partidarios del parlamentarismo plantearon la necesidad de reformar nuestro sistema hiper-presidenciacialista (hubo expositores que caracterizaron a nuestra figura presidencial como un monarca constitucional) establecido en la Constitución de 1853 y potenciado en la reforma de 1994. Sus fundamentos se encuentran en que practicamente en nuestro sistema precidencialista no hay lugar para que, en términos de Montesquieu, el poder limite al poder, ya que el Congreso tiene muy poco poder frente al majestuoso poder cesarista del presidente. Además, en dicho sistema, es muy difícli establecer negociaciones y acuerdos puesto que quien tiene el poder quiere acorralar a su contrario para perpetuarse en el cargo. Consecuentemente, se hace muy díficl confeccionar políticas de estado que superen un gobierno.
Los defensores del parlamentarismo plantearon que este sistema permite mayor consenso, mejores políticas de estado y una constante negociación parlamentaria que garantice una mejor representación del concepto roussonianio de la voluntad general.
Por otra parte, aquellos que atacaban el parlamentarismo, no lo hacían por sus defectos (que creo no son pocos) sino que pensaban que no resolvería nuestros problemas más profundos y justificaban sus argumentos en base a la reforma Constitucional de 1994 en donde se introdujeron algunos elementos del parlamentarismo como el Consejo de la Magistratura, El jefe de gabinete y el voto de censura al jefe de gabinete. No obstante, ninguna de las reformas ha funcionado plenamente y es aquí donde los disertadores plantearon que antes de discutir las formas de gobierno es menester solucionar problemas políticos intrínsecos de nuestra sociedad como:
1) El Control Público. No hay una ley de acceso a la información pública, los mismos que controlan son los que son controlados. Grandes esquemas de corrupción que no son controladas.
2) Los partidos políticos han hecho implosión en la Argentina, han perdido su identidad y sus estructuras, son débiles -> Se puede caer en el caudillismo y seguir a un individuo y no a un partido, lo que dificulta las políticas de estado.
3) Apatía política de la sociedad. Cada vez se participa menos políticamente, hay menos interés y más desinformación.
En conclusión, desde mi punto de vista, debo admitir que soy un partidario del parlamentarismo porque creo que garantiza una mejor representatividad y un mayor control que el presidencialismo. No obstante, debo reconocer que no sé si aplicar el parlamentarismo en La Argentina solucionaría nuestros problemas políticos ya que creo que son temas inherentes a nuestra sociedad.
Debemos cambiar los usos, pero antes debemos prevenir los abusos.
¿Qué sistema les gusta más a ustedes? y ¿Creen que el parlamentarismo puede ser aplicado en La Argentina?
Saludos y espero sus comentarios,
Juan
martes, 13 de octubre de 2009
¿Obama merece el Premio Nobel de la Paz?
Recientemente el comité noruego que otorga los premios nóbeles galardonó al presidente estadounidense Barak Obama con el premio Nobel de la Paz, argumentando que éste había fomentado el diálogo y el desarme nuclear. Según el testamento que dejó Alfred Nobel, dicho premio se le otorga "a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz". De esta manera se une a Muhammed Yunus (creador del Graemen Bank), La Madre Teresa de Calcuta, Oscar Arias (presidente de Costa Rica), Al Gore (ex vicepresidente de EEU y promotor de la lucha contra el Cambio Climático) y Jimmy Carter, entre otros.

Para tratar de plantear un debate me gustaría evaluar los tres criterios que define, según Nobel, al merecedor del Nobel de la Paz.
En primer lugar, ¿Obama ha trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones?
Desde el momento que asume su presidencia, Obama plantea una política de diálogo abierto con todas las naciones del mundo. Desde Irak a Venezuela (Dos opositores de EEUU durante el gobierno de Bush), el mandatario dijo que "acercaría su mano y no su puño". Es verdaderamente muy positivo que haya adoptado una política diametralmente distinta a la de su predecesor. No obstante, creo que ha quedado meramente como un deseo y no hemos visto ningún diálogo concreto.
En segundo lugar: ¿Obama ha abolido o reducido los ejércitos existentes?
Aquí hay mucha divergencia, pero en términos generales podemos rescatar 2 medidas tomadas como retirar las tropas de Irak y el cierre de la base de Guantánamo. Empero, la base en Guantánamo sigue funcionando por falta de decisión política de donde irán los prisioneros y la guerra de Irak continua vigente. Sin mencionar que recientemente ha aumentado la cantidad de tropas en Afghanistán.
Por último: ¿Ha celebrado y promovido los procesos de paz?
Esta es una pregunta más amplia y más difícil de contestar. Los deseos de Obama de firmar varios tratados con Rusia, India y las potencias nucleares para desactivar armas nucleares es una manera de promover los procesos de paz. Además, uno de sus más grandes logros ha sido la relación fructífera con América Latina, evidenciada en la última Cumbre de las Américas. Sin embargo, ¿Hasta qué punto incrementar las bases militares en Colombia puede considerarse un proceso de paz?
En conclusión, como todo, hay muchos blancos y negros al analizar si es que Obama merece el premio Nobel de la Paz. Creo que es definitivamente una decisión prematura (tal vez hubiese sido mejor entregárselo al finalizar su mandato) ya que su retórica representa los valores del premio, pero sus acciones dejan mucho que desear.
Creo que el premio fue otorgado no a Barak Obama, el hombre, sino al ideal que Obama representa; a la democracia, al diálogo plural y a una política diametralmente distinta a la de George W. Bush. Deseo fervientemente que le vaya bien y que demuestre ser merecedor del premio, ya que existen muchas esperanzas de que cuando Obama termine su mandato, podamos vivir en un mundo más pacífico, seguro y democrático en donde vivir.
Espero sus comentarios,
Un abrazo,
Juan

Para tratar de plantear un debate me gustaría evaluar los tres criterios que define, según Nobel, al merecedor del Nobel de la Paz.
En primer lugar, ¿Obama ha trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones?
Desde el momento que asume su presidencia, Obama plantea una política de diálogo abierto con todas las naciones del mundo. Desde Irak a Venezuela (Dos opositores de EEUU durante el gobierno de Bush), el mandatario dijo que "acercaría su mano y no su puño". Es verdaderamente muy positivo que haya adoptado una política diametralmente distinta a la de su predecesor. No obstante, creo que ha quedado meramente como un deseo y no hemos visto ningún diálogo concreto.
En segundo lugar: ¿Obama ha abolido o reducido los ejércitos existentes?
Aquí hay mucha divergencia, pero en términos generales podemos rescatar 2 medidas tomadas como retirar las tropas de Irak y el cierre de la base de Guantánamo. Empero, la base en Guantánamo sigue funcionando por falta de decisión política de donde irán los prisioneros y la guerra de Irak continua vigente. Sin mencionar que recientemente ha aumentado la cantidad de tropas en Afghanistán.
Por último: ¿Ha celebrado y promovido los procesos de paz?
Esta es una pregunta más amplia y más difícil de contestar. Los deseos de Obama de firmar varios tratados con Rusia, India y las potencias nucleares para desactivar armas nucleares es una manera de promover los procesos de paz. Además, uno de sus más grandes logros ha sido la relación fructífera con América Latina, evidenciada en la última Cumbre de las Américas. Sin embargo, ¿Hasta qué punto incrementar las bases militares en Colombia puede considerarse un proceso de paz?
En conclusión, como todo, hay muchos blancos y negros al analizar si es que Obama merece el premio Nobel de la Paz. Creo que es definitivamente una decisión prematura (tal vez hubiese sido mejor entregárselo al finalizar su mandato) ya que su retórica representa los valores del premio, pero sus acciones dejan mucho que desear.
Creo que el premio fue otorgado no a Barak Obama, el hombre, sino al ideal que Obama representa; a la democracia, al diálogo plural y a una política diametralmente distinta a la de George W. Bush. Deseo fervientemente que le vaya bien y que demuestre ser merecedor del premio, ya que existen muchas esperanzas de que cuando Obama termine su mandato, podamos vivir en un mundo más pacífico, seguro y democrático en donde vivir.
Espero sus comentarios,
Un abrazo,
Juan
domingo, 27 de septiembre de 2009
Natura versus Nurtura
Para cambiar un poco de temas y que no todo se limite a la temática de actualidad, me gustó plantear una discusión antropológica muy interesante:
¿Los seres humanos nos definimos por nuestros genes (Natura) o por nuestra cultura y medio ambiente (Nurtura)?
Es decir: ¿Acaso nuestras cualidades son genéticas o culturales y sociales?
Este dilema ha sido planteado desde el comienzo de la antropología y muchos autores difieren en sus conclusiones.
Muchos han inclusive utilizado, erróneamente, la teoría Darwiniana de la Selección Natural para afirmar que en realidad sólo deberían sobrevivir los individuos más aptos (es decir aquellos individuos con los mejores genes). Consecuentemente, a partir de este postulado, Sir Francis Galton, en 1883, elaboró la teoría de la eugenesia. La cual planteaba la esterilización forzosa para impedir que se propagasen los biológicamente "insanos". Los "sanos" o "normales" eran todos aquellos que no desafiaban el orden del sistema y que se adaptaban a la normativa social. Los que no lo hacían eran llamados "desviados" puesto que ponían en riesgo la estabilidad social.
Esta práctica nefasta ha servido para legitimizar las atrocidades más terribles cometidas por la humanidad ya que los "desviados" variaban según el contexto histórico: a veces los judíos, otras los comunistas, los locos e inclusive las mujeres. Y por más disparatada que pueda sonar esta teoría se ha aplicado en países como Suecia hasta 1975.
Esta teoría se basa en la fundamentación de la genética como base del origen, presente y futuro del hombre. Es decir, el hombre es como es por sus genes y ni el medio ambiente, ni la cultura, ni la historia, ni la sociedad tienen nada que ver con esto.
Por consiguiente, este tipo de fundamentación ha creado la diyuntiva entre la Natura (Naturaleza y genes) versus la Nurtura (el medioambiente y la cultura).
No obstante, en realidad, como el biólogo Matt Ridley plantea: No es Natura versus Nurtura, sino Natura via Nurtura. Por lo que quiere decir que en realidad, los genes (Natura) y los factores medioambientales (Nurtura), interactuan mutuamente y, en este proceso, el papel del medio ambiente, que ha sido negado por muchos eugenistas y biólogos, es absolutamente decisivo. Para ejemplificar: si una persona tiene una inteligencia normal, pero es constantemente estimulado por su familia desde chico, va a tener una mayor chance de desarrollarla que un chico muy inteligente genéticamente, pero que carece del estímulo necesario.
En conclusión, la genética, únicamente, no define nada ya que inclusive la inteligencia, fuerza, etc. son construcciones culturales y sociales. No es posible pensar la naturaleza humana prescindiendo de la cultura ya que somos seres sociales que construimos absolutamente toda nuestra vida en base a parámetros culturales. Nuestros genes no se verán modificados por nuestra cultura, pero nuestras aptitudes, calificaciones y construcciones no son más que un pequeño fragmento de nuestra vasta cultura social.
¿Los seres humanos nos definimos por nuestros genes (Natura) o por nuestra cultura y medio ambiente (Nurtura)?
Es decir: ¿Acaso nuestras cualidades son genéticas o culturales y sociales?
Este dilema ha sido planteado desde el comienzo de la antropología y muchos autores difieren en sus conclusiones.
Muchos han inclusive utilizado, erróneamente, la teoría Darwiniana de la Selección Natural para afirmar que en realidad sólo deberían sobrevivir los individuos más aptos (es decir aquellos individuos con los mejores genes). Consecuentemente, a partir de este postulado, Sir Francis Galton, en 1883, elaboró la teoría de la eugenesia. La cual planteaba la esterilización forzosa para impedir que se propagasen los biológicamente "insanos". Los "sanos" o "normales" eran todos aquellos que no desafiaban el orden del sistema y que se adaptaban a la normativa social. Los que no lo hacían eran llamados "desviados" puesto que ponían en riesgo la estabilidad social.
Esta práctica nefasta ha servido para legitimizar las atrocidades más terribles cometidas por la humanidad ya que los "desviados" variaban según el contexto histórico: a veces los judíos, otras los comunistas, los locos e inclusive las mujeres. Y por más disparatada que pueda sonar esta teoría se ha aplicado en países como Suecia hasta 1975.
Esta teoría se basa en la fundamentación de la genética como base del origen, presente y futuro del hombre. Es decir, el hombre es como es por sus genes y ni el medio ambiente, ni la cultura, ni la historia, ni la sociedad tienen nada que ver con esto.
Por consiguiente, este tipo de fundamentación ha creado la diyuntiva entre la Natura (Naturaleza y genes) versus la Nurtura (el medioambiente y la cultura).
No obstante, en realidad, como el biólogo Matt Ridley plantea: No es Natura versus Nurtura, sino Natura via Nurtura. Por lo que quiere decir que en realidad, los genes (Natura) y los factores medioambientales (Nurtura), interactuan mutuamente y, en este proceso, el papel del medio ambiente, que ha sido negado por muchos eugenistas y biólogos, es absolutamente decisivo. Para ejemplificar: si una persona tiene una inteligencia normal, pero es constantemente estimulado por su familia desde chico, va a tener una mayor chance de desarrollarla que un chico muy inteligente genéticamente, pero que carece del estímulo necesario.
En conclusión, la genética, únicamente, no define nada ya que inclusive la inteligencia, fuerza, etc. son construcciones culturales y sociales. No es posible pensar la naturaleza humana prescindiendo de la cultura ya que somos seres sociales que construimos absolutamente toda nuestra vida en base a parámetros culturales. Nuestros genes no se verán modificados por nuestra cultura, pero nuestras aptitudes, calificaciones y construcciones no son más que un pequeño fragmento de nuestra vasta cultura social.
jueves, 3 de septiembre de 2009
¿Crecimiento Sustentable?
Ayer estaba leyendo un artículo de diario que planteaba que lentamente la economía mundial se está recuperando. Con divisiones regionales: Asia encabeza el continente con mayores índices de crecimiento, seguido por África y Latinoamérica y por último los países más desarrollados. En los últimos se podría subdividir entre Europa del Este (liderados por Alemania y Francia) y luego el resto de Europa y los EEUU.
Esta es una buena señal ya que plantea el surgimiento de las economías emergentes, de nuestros tan preciados productos agrícolas y las manufacturas de los países asiáticos. Pero también, es menester que las grandes economías se recuperen para que continúen consumiendo nuestros productos y para ello deben aumentar sus exportaciones también. Un gran balance económico...
En buena hora llega esta recuperación, pero ¿este nuevo crecimiento es uno sustentable?
Mi mayor preocupación con esta euforia de la recuperación, reconocida por el Banco Mundial y el FMI, es que olvidemos lo que nos llevó a la debacle y que por lo tanto gocemos de un crecimiento que no sea sustentable.
Han habido cambios y hoy se plantea un rol más regulador del estado, la reestructuración de los organismos internacionales y una mayor conciencia de las realidades económicas de cada país. Pero me pregunto:
¿Qué porcentaje de los grandes planes de salvataje se asignaron a la inversión en energías renovables?
No sé exactamente, pero si no fue lo suficiente hemos desaprovechado una oportunidad histórica de construir una economía y un mundo más sustentable.
Dicen que el estudio de la historia es nuestra manera de llevar adelante una conciencia colectiva que nos impida cometer los mismos errores.
Espero que podamos ejercer una profunda memoria de la historia para construir un crecimiento sustentable que permita la erradicación de la pobreza de una vez por todas.
Esta es una buena señal ya que plantea el surgimiento de las economías emergentes, de nuestros tan preciados productos agrícolas y las manufacturas de los países asiáticos. Pero también, es menester que las grandes economías se recuperen para que continúen consumiendo nuestros productos y para ello deben aumentar sus exportaciones también. Un gran balance económico...
En buena hora llega esta recuperación, pero ¿este nuevo crecimiento es uno sustentable?
Mi mayor preocupación con esta euforia de la recuperación, reconocida por el Banco Mundial y el FMI, es que olvidemos lo que nos llevó a la debacle y que por lo tanto gocemos de un crecimiento que no sea sustentable.
Han habido cambios y hoy se plantea un rol más regulador del estado, la reestructuración de los organismos internacionales y una mayor conciencia de las realidades económicas de cada país. Pero me pregunto:
¿Qué porcentaje de los grandes planes de salvataje se asignaron a la inversión en energías renovables?
No sé exactamente, pero si no fue lo suficiente hemos desaprovechado una oportunidad histórica de construir una economía y un mundo más sustentable.
Dicen que el estudio de la historia es nuestra manera de llevar adelante una conciencia colectiva que nos impida cometer los mismos errores.
Espero que podamos ejercer una profunda memoria de la historia para construir un crecimiento sustentable que permita la erradicación de la pobreza de una vez por todas.
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